La comunidad.

La comunidad

La comunidad de vecinos había aprobado una derrama. Las cosas iban bien y se harían reformas en el parking, también se colocaría otro ascensor. Después de tanto verano duro, por fin llovía. A los vecinos se les veía contentos, sobre todo a los más mayores, que ya veían el banco en el ascensor, el edificio era alto y las piernas muy trabajadas.

Toni y su mujer eran de los más jóvenes, tenían dos hijos. Ella no trabajaba, él tenía un buen empleo y siempre sonreía. Ella, siempre muy maquillada, iba al gimnasio por la mañana. El hijo, de unos doce años, salía mucho, y la hermana, de unos diez, pasaba las tardes en casa, con la madre.

Toni, en el fondo, creía que todos los vecinos eran idiotas y maleducados porque apenas le decían hola y adiós. Las obras avanzaban bien. A la señora Rita sus hijos la ingresaron en un geriátrico, y el piso lo compraron una pareja sin hijos, muy jóvenes y muy educados. Sonreían y saludaban a Toni, a su mujer y a sus hijos. Eso duró un par de meses.

Las obras terminaron. Toni estrenó el nuevo ascensor y cuando miró el espejo vio a su padre al otro lado.

 

 

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