Mi 23 F-2- El brigada

Ya destinado en el CIR número nueve de Cáceres me hacía la ruta del rosario al salir del campamento. La ruta del rosario es ir de pincho en pincho y de copa en copa hasta llegar a casa. La última oración era en la plaza de la Concepción, en una peña taurina. Allí, casi siempre, estaba en la barra el brigada de armamento, que daba conversación.

Una de mis amigas de la universidad, canaria, compartía el piso donde yo pintaba, en la calle Santa Amelia. Le gustaban los tíos como una loca y estaba saliendo con otro canario que estudiaba medicina, un tipo simpático. Luego lo dejó. A los dos años el médico apareció con una chica por las fiestas de Bellvitge, era filólogo. Cuatro años después lo encontré en el hospital de Sant Boi, era auxiliar de enfermería.

Siempre me he preguntado cómo el ejército tenía información tan detallada de cada uno de los oficiales y suboficiales de milicias universitarias. Se lo pregunté un día al brigada compartiendo pincho y vino de pitarra. Hombre, dijo, el ejército, como la policía, investiga a todos los que se acercan, lo veo normal, No sé mucho, que yo estoy siempre en armamento arreglando las armas.

Cuando nos licenciamos, el campamento organizó una especie de fiesta, con bebida, canapés y música militar de fondo. Íbamos todos de bonito, que es como se decía que tenías que llevar el uniforme de gala. Vi al brigada y lo fui a saludar, me dio la mano, me saludó, me sonrió y me quedé con la duda de por qué llevaría en el uniforme las dos estrellas de teniente coronel.

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