Zapatillas.

Esta va a ser una narración muy breve. Se puede decir breve, también corta, sucinta, concisa, escueta, limitada. Vamos, que no será muy exigente para el lector.

Una mañana salí a caminar, algo que hago algunas mañanas, no todas, que cansa, y en una calle cercana, sobre unos cables eléctricos, o ves a saber de qué, a unos cinco metros de altura, colgaban unas zapatillas deportivas rojas. Ya había visto zapatillas colgando de cables más de una vez, pero ese día, bien desayunado, decidí indagar.

Como bien sabéis, la mejor manera de indagar sin acudir a un detective o a la policía se llama Internet. Antes de meterme un berberecho en la boca aparecieron 265.000 resultados. Me juré no leerlos todos, pero los que leí lo hice con cariño y mucha atención. Decir que no me convencieron y, por eso, tuve que tomar medidas propias, no es un spoiler, es la pura realidad.

Según las redes, lo de las zapatillas se inició en Estados Unidos para marcar puntos de venta de drogas. En Estados Unidos se han iniciado muchas cosas, unas buenas y otras no tanto, el idiota no nació en Estados Unidos, lo parió Molière. Pero hay que ser idiota para colgar unas zapatillas de un cable y decir a gritos “Aquí se vende droga”.

Otra versión es la de las tribus urbanas. Las zapatillas marcarían los límites de cada tribu. No te metas en mi zona que te doy, o algo así. Yo eso no lo veo ni bien ni mal, pero tonto un rato, que la vida es como es, las miradas son las miradas, el amor no tiene fronteras y esas tribus no han leído a Shakespeare, bueno ni a ese ni a nadie.

Yo estaba más por la cosa de que alguien se iba descalzo a casa y con cara de bobo, por alguna broma, cosas de esas, pero internet insistía, despedidas de solteros, ponía, las zapatillas marcaban el lugar para el encuentro. ¿Con los móviles? Hay que ser gilipollas. No era creíble.

El siguiente paso eran los botellones. Las zapatillas marcaban el lugar del botellón. Los botellones hacen mucho ruido y yo tengo unas zapatillas a ciento cincuenta metros de casa. Duermo bien, del tirón. Además, a Ricard, un conocido de los mossos, no se le hubiera escapado el evento. Se habría montado un dispositivo con mucha luz azul, mucha sirena y mucha hostia. El botellón tampoco tiene que ver con las zapatillas.

Otra versión comenta que las zapatillas marcan la existencia de una casa okupa, ahora ocupa se escribe con K, lo que es el idioma, es que hay versiones para todo. Y digo yo, qué interés tienen los habitantes de una casa okupa en señalar su paradero. Yo lo entendería en el caso de Mercadona, ves unas zapatillas colgando de un cable y dices: Coño, aquí hay un Mercadona. ¿¿Pero una casa okupa??

Luego está la versión de los difuntos. Se muere un paisano y a la familia le da por tirar sus zapatillas a un cable de la electricidad. Coherencia no le veo, pero está mucho más cerca de la realidad que el resto. Ya he comentado que quise estudiar el fenómeno. Y lo estudié en profundidad.

Fueron dos años duros. Dormía por las tardes, trabajaba por las mañanas y pasaba las noches en vela apostado frente a diversos cables eléctricos del barrio. El equipo era pesado, cámara de video, telescopio de tierra dotado con infrarrojos, Manta térmica de camuflaje, gorra del Barça, libretas y bolígrafos, Equipo de fotografía analógica y un sillón plegable de Decathlon.

Ya os puedo confirmar que ni drogas, ni bandas, ni fiestas, ni okupas, ni muertos ni nada de toda esa basura que cuelgan en las redes. Con paciencia y algo de suerte pude confirmar que el asunto es de los EL. Los EL tienen sus misiones, pero no están acostumbrados al calzado, así que cuando terminan una misión, suben, se dan cuenta de que suben con las zapatillas y se las quitan a media altura, quedando colgadas en los cables.

Los pude ver, pero no filmarlos. Y anda que no se traen historias por aquí. Uno muy molesto es Miguel, pero Gabriel y Rafael no se quedan cortos. A Uriel y Jedudiel le gustan las deportivas blancas. Sealtiel y Barachiel son más de sandalias, pero no le hacen ascos a las Converse. Zedekiel, Seratiel y Ananiel van a su bola y son de playeras, pero cuando han de subir a donde suban se quitan el calzado y lo dejan colgando.

También he conocido a Luzbel, le suelen llamar Lucifer, Azazel y Remiel. Les llaman los malos, pero son unos cachondos que van a buscarle las vueltas a los otros y nunca se quitan las zapatillas. No sé si esto os puede ayudar, simplemente es lo que sé y he podido comprobar.

 

 

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