Atardecía. La ciudad se teñía de ese Sol dorado que anuncia la cercanía de la noche, era una panorámica preciosa y me importaba un huevo. Mis ojos se detenían en la vidriera que da al balcón enfocando al contumaz moscardón que llevaba toda la tarde intentando atravesarla. Me preguntaba si los moscardones pueden ser imbéciles o si esa cualidad es exclusiva de los humanos, porque cuatro horas calamochón* tras calamochón* en el cristal me parecían demasiado.
Como me tienen por buena gente, incluso hay una que me considera persona ejemplar, me levanté y abrí la vidriera. El moscardón no lo dudó un instante, se abalanzó al interior del salón como un poseso y lo recorrió en toda su extensión al menos tres veces, luego, con un vuelo relajado y tranquilo, inspeccionó detenidamente la librería, los sofás, la mesita, la mesa de comedor, la televisión y el equipo de música, en fin, todo hasta llegar a mí.
Quedó suspendido a un palmo de mis ojos y no debió de ver nada interesante pues tardó dos segundos en girar y dirigirse a una estantería. Se posó y pude seguir trabajando. No, no pude seguir mucho rato. El moscardón emprendió el vuelo, con ese zumbido exasperante de los moscardones tocacojones, y se puso en órbita en torno a mi trabajo, parece que le gustaba.
Sinceramente, yo tenía un poco de prisa, mi hija llegaría en media hora y necesitaba tener terminada mi faena. Soy buena gente, pero el moscardón me estaba sacando de mis casillas. Al fin se posó en la mesilla mirándome con sorna, no me lo pensé, sabía perfectamente donde había dejado el grueso especial de National Geographic. De un certero movimiento dejé al moscardón reducido a papel de fumar, lo introduje en la boca de Jeus, creo que se llamaba Jeus, y terminé de hacer desaparecer todo aquello que lo pudiera identificar. Antes de que llegara mi hija me dio tiempo a bajar al contenedor de la finca de al lado y, luego, preparar una magnífica cena de viernes. Que ya lo dicen todos: Tío, eres una magnífica persona.
*Calamochón: https://diccionariovirtualextremadura.blogspot.com/2018/09/acehuche.html