Mascarilla

 

Explicar a estas alturas qué es una mascarilla no tiene mucho sentido, así que me ahorro esa parte y paso directamente a contar lo que le ha sucedido a Melitón Tetas.

Melitón Tetas, como es evidente, nunca ha estado de acuerdo con su nombre, no por feo, que lo es, sino por vulgar y ordinario. Melitón tiene claro que se puede ser feo pero atractivo, ve muchas series, pero no vulgar y ordinario. Hay que tener clase. Cuando mides un metro y ochenta centímetros, estás fibrado, tienes unos abdominales de lujo, ojos azules, pelo que te cagas, labios carnosos, nariz recta y sonrisa magnífica, no puedes llamarte Melitón Tetas.

La administración le ha negado año tras año el cambio de nombre, con razones legales, por supuesto. ¿Cómo que Borja de la Muela y Macailla? Dijo el funcionario, ¿A que ton?, porque era un funcionario mayor con una educación antigua que contemplaba términos obsoletos. Y sin ton ni son Melitón Tetas continuó con su nombre y sus dos apellidos… ¡Ah! Que del segundo apellido no hemos dicho nada. De la Polla. Melitón Tetas de la Polla. Es que, futuros padres, enamoraos que os enamoraréis, pero, coño, enamoraos con cuidado.

Total, que ha llevado bien su vida laboral, su vida sexual es competente y medianamente satisfactoria, pero nadie quiere convivir, por muy bueno que esté Melitón, para tener descendencia con un Melitón Tetas de la Polla.

Hasta que llegó el puñetero coronavirus y lo dejó confinado un quince de marzo en el piso de una clienta. Ángeles, quería un seguro para su vivienda y Melitón rellenaba documentos y le pasaba papeles para la firma, cuando una llamada telefónica del hospital en la que trabajaba como anestesista la dejó confinada con todo aquel que estuviera con ella en aquel momento. Había tenido contacto con un paciente infectado los tres días anteriores. Al principio fue incómodo tener a Melitón durmiendo en la habitación pequeña, pero el roce hace el cariño, dicen, y Ángeles Grandes Dura acabó durmiendo con Melitón antes de los catorce días de confinamiento.

Acabada la crisis fueron felices, tuvieron tres hijos y si queréis  hacer combinaciones, vosotros mismos, pero el funcionario accedió a que fueran Borja, Pablo y Sonia Pérez López.

 

 

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