¡Hola, me alegra verte por aquí!
Soy Guillermo, escribo, pinto y dibujo.
Lo cierto es que no tengo ni idea. Lo poco que puedo adivinar es a través de mis allegados, que me llaman Guillermo, Guille, Guillem y una que me llama Robin, aunque cuando nací me pusieron José Guillermo, José por mi padre y mi abuelo y Guillermo por mi tío y mi bisabuelo. Afortunadamente solo me llaman así en mi pueblo, que es muy pequeño.
NARRATIVA CORTA
CUENTOS CORTOS PARA SOÑAR
Cuando aprendió a volar
En agosto de 1972 era un joven adolescente de catorce años que solo pensaba en chicas y en aves, vamos, que tenía la cabeza a pájaros. Se presentó en el pueblo con una guía de aves bajo el brazo, la esperanza de enamorarse y convencido de que serían las mejores...
Cuando aprendió a volar
En agosto de 1972 era un joven adolescente de catorce años que solo pensaba en chicas y en aves. Vamos, que tenía la cabeza a pájaros. Se presentó en el pueblo con una guía de aves bajo el brazo, la esperanza de enamorarse y convencido de que serían las mejores...
El niño que dio de comer a las gallinas
Era el mes de julio, el niño tenía cuatro años y en 1962 no eran muchos los críos que habían volado en avión cinco años consecutivos, desde el embarazo hasta ese día. Y ese mismo día fue, por primera vez, consciente de que no le gustaba nada lo de volar, y fue también...
El calor
Unos dicen que es lo de siempre, otros que no, que es el cambio climático. Bueno, yo tengo mi propia opinión, que está más cerca de los segundos, pero eso no tiene que ver con este asunto. Ese calor de estío que antes abría ventanas para que circulara el aire, hoy las...
Fueguitos
No me apetece entrar en el desastre, la desgracia o la probable inmoralidad en el incendio de Valencia. Así que voy directamente al grano. En 1997, el organismo encargado de promover vivienda pública en una comunidad autónoma, finalizó la construcción de dos edificios...
Premios.
Parecía febrero, y lo era. Parecía una playa, y lo era. Parecía un zapato, y lo era. Dentro del zapato había lo que viene a ser un pie, lo era. La idílica Cartagena de Indias, que lo era, dejó de ser. Unos diez militares armados hasta los dientes, cinco por Jeep, nos...