Guillermo Martín Urquizu

Parece que soy curioso, que dudo de todo, que me hago muchas preguntas y tengo cierto sesgo anarquista. Quizá por eso quise abarcarlo todo.

¡Hola, me alegra verte por aquí!

Soy Guillermo, escribo, pinto y dibujo.

Lo cierto es que no tengo ni idea. Lo poco que puedo adivinar es a través de mis allegados, que me llaman Guillermo, Guille, Guillem y una que me llama Robin, aunque cuando nací me pusieron José Guillermo, José por mi padre y mi abuelo y Guillermo por mi tío y mi bisabuelo. Afortunadamente solo me llaman así en mi pueblo, que es muy pequeño.

NARRATIVA CORTA

CUENTOS CORTOS PARA SOÑAR

Borborigmos

Borborigmos

A los doce años y gracias a un buen maestro que tuvo, Andrés Lindo Cabezón pudo superar el complejo que le producían las chanzas de sus compañeros a cuenta de los apellidos y lo desproporcionado de su cráneo. A esos escasos doce años Andrés aprendió a relativizar las...

Virtudes teologales – Fe

Virtudes teologales – Fe

Tras el sermón la gente abandonaba la plaza del Templo asintiendo, dando la razón al «Gran Conciliador», que ya se retiraba al salón de visitas. Junto al «Ara de peticiones», sentado y mirando a la pared negra como mandaba el protocolo,  Hypron esperaba a ser...

Cuando el vencejo agoniza

Cuando el vencejo agoniza

La vela mayor era un trapo viejo y desgastado al que el viento apenas azotaba. El casco mostraba las huellas de años de navegación. Mirando al detalle se adivinaban todas las tormentas, las calmas, las trasluchadas y los embarranques. El navegante lucía las cicatrices...

Espejo

Espejo

  Me veo en el espejo, Segundos después me miro. Veo mis canas. Que son bastantes. Son lágrimas blancas, desordenadas Saltando como locas sobre mi cráneo. Me veo, me fijo en mí, Parezco yo, y de pronto te veo. Veo tu cuerpo a través del espejo. El espejo es...

La niña blanca

La niña blanca

Los días empiezan como empiezan. Si sabes que empiezan, es que comienzan bien, no has muerto la noche de antes, pero a partir de ese inicio las cosas evolucionan a su aire, y no siempre como tenías previsto. Cuando vi a la niña blanca empujando el trasnochado...

Balada de «la China» Luna

Balada de «la China» Luna

La llamaban “la China” por esos ojos rasgados que parecían sonreír eternamente. Sor Rosario la quiso bautizar Luna porque, sobre su piel de noche, los cristalinos ojos azules parecían reflejar el albedo de nuestro satélite. El padre Mateo estuvo de acuerdo si se...

LIBROS PUBLICADOS

CONTRA TODO PRONÓSTICO

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OBRA GRÁFICA

PINTURAS AL OLEO Y ACUARELAS

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